Nuestras plantillas deportivas están elaboradas a partir de molde de escayola e incluyen materiales termomoldeables de última generación, como el EVA, el porón y el polipropileno.
Muchos corredores populares, así como otro tipo de atletas, acuden cada día a la consulta del podólogo, principalmente aquejados de alguna dolencia o lesión, o bien, en menor medida, simplemente, para conocer su tipo de pisada, con el fin de poder escoger el calzado adecuado y reducir así el riesgo de posibles lesiones. Desafortunadamente, la mayoría de nuestros pacientes son deportistas que sufren una lesión y que acuden a la consulta del especialista en podología deportiva tras haber pasado por las manos de otros profesionales de la salud. Y, en buena parte de estos casos, el uso de unas plantillas personalizadas podría haber evitado la lesión, pero ellas siguen siendo las grandes olvidadas del equipamiento deportivo y, en general, del cuidado de la salud del pie.
El principio básico que nos lleva a realizar un soporte plantar, es evitar lesiones y mejorar el rendimiento deportivo, pero cuando son insuficientes por su escasa eficiencia o planteamiento erróneo de la estrategia terapéutica, bien no conseguirán el efecto deseado, o lo que sería peor, provocarán molestias e incluso lesiones, lo cual es verdaderamente un fracaso terapéutico.
El secreto por tanto seria encontrar un punto de encuentro entre el factor correctivo y cierto grado de depresión del soporte, fundamental cuando hablamos de deportistas.
Muchas lesiones podrían haberse evitado con el uso de plantillas deportivas personalizadas, pero siguen siendo las grandes olvidadas del equipamiento deportivo y, en general, del cuidado de la salud del pie.
En pleno siglo XXI, y a pesar de los enormes avances en Medicina, el pie sigue siendo la asignatura pendiente de nuestro aparato locomotor. Es inconcebible, incluso alarmante, observar a niños y adultos caminar de un modo incorrecto, con alteraciones manifiestas en sus rodillas y pies, lo que en definitiva se traduce en comportamientos dinámicos poco fisiológicos. Un hecho que, sumado al uso de calzados incorrectos, provoca situaciones de fatiga, estrés y dolor, dependiendo del grado de alteración, edad y actividad.
Hemos constatado en España un cambio tremendo en cuanto a política sanitaria, desde el punto de vista del tratamiento de las deformidades del pie.Hace cuatro décadas existía, a nuestro modo de ver, una sobreactuación terapéutica por parte de pediatras y traumatólogos, de forma que era habitual ver multitud de niños llevando pesadas y limitantes botas, denominadas de Thomas, junto con plantillas metálicas, cuyo conjunto provocaba en el niño un efecto de limitación absoluta del necesario movimiento articular del pie y tobillo, aparte del efecto psicológico que estas botas ejercían en ellos. Niños, hoy ya adultos, que recuerdan esa etapa de su vida con verdadero horror.
Desde hace algunos años, los podólogos venimos observando con verdadera preocupación como hemos pasado de esa sobreactuación, a la absoluta omisión terapeútica por buena parte de la comunidad médica ante casos evidentes de deformidades o alteraciones anatómicas, hasta el punto de defender que la utilización de «plantillas» para la corrección de problemas como pies planos, valgos o con mucho arco debería limitarse exclusivamente a los casos en los que el niño sufriera dolor.
Este es un argumento que a los podólogos nos parece, cuanto menos, peligroso y desde luego sitúan al pie en inferioridad de condiciones en prevención y tratamiento con respecto a otras partes del cuerpo como los ojos o la boca.
No nos imaginamos a un oftalmólogo comentando a sus pacientes que a pesar de tener 4 dioptrías no les colocará gafas si no les duele la cabeza, o al estomatólogo que niegue la colocación de unos braquets si no hay dolor de muelas.
De hecho, muchos de los deportistas que acuden a consulta sufren lesiones por alteraciones en su pisada arrastradas desde la infancia, cuando tenemos la posibilidad de corregir la estructura anatómica del pie hasta los 14 años.
Por eso, cuando un atleta acude a la consulta la primera pregunta suele ser siempre la misma: ¿Cómo se produjo la lesión, en qué momento, cuánto tiempo lleva lesionado?.
La lesión es, casi siempre, consecuencia de un incremento brusco de la actividad, debido a la mejora del estado físico, a la intensidad de las series, al abuso de superficies duras, al cambio brusco de superficie de entrenamiento, al uso de calzado inadecuado y, sobre todo, por alteraciones en cuanto a la estructura del aparato locomotor y más concretamente del pie.
Sin duda, uno de los cambios más importantes es el estudio biomecánico de la pisada.
Son los corredores que presentan una manifiesta alteración, congénita o adquirida, de su aparato locomotor los que tendrán que recurrir a ellas, las grandes olvidadas del material deportivo imprescindible.
Ejemplos de las múltiples alteraciones susceptibles de necesitar plantillas son la bóveda plantar aumentada o disminuida, la alineación del talón en valgo, o en varo, la alineación de las rodillas en ‘X’ o el desgaste desigual o exagerado de la suela de la zapatilla, entre otras muchas.
Pero las plantillas pueden hacer mucho más que prevenir lesiones; también son necesarias en el tratamiento de lesiones del pie (como la fascitis plantar, entre muchas otras), y de la rodilla (en el tratamiento de lesiones del muslo, como la tendinitis de la musculatura anterior de la pierna, la de la musculatura posterior de la pierna y la cintilla iliotibial).
Sin embargo, no todas las plantillas son iguales y, por tanto, no todas tienen la misma eficacia a la hora de prevenir o curar lesiones. La mejor técnica para obtener unas plantillas que se ajusten como guantes al pie y cumplan plenamente su función son aquéllas que se diseñan tras el estudio biomecánico de la pisada.
Una vez conocida la realidad anatómica y funcional de nuestros atletas, obtenemos un molde de escayola del pie, denominado positivo del pie en carga, simulando el gesto del miembro inferior en la carrera y ayudados por una cámara podo neumática. El material de fabricación es el etilen vinil acetato, más conocido como EVA. Es ciertamente revolucionario por sus cualidades de amortiguación, duración y peso, al que añadimos unas resinas reforzantes y otros materiales viscoelásticos de última generación.
Con ello buscamos un perfecto equilibrio entre amortiguación y estabilidad, con un óptimo ajuste al pie. También que sean fáciles de limpiar y con buen índice de recuperación, estabilidad y durabilidad. Muy lejos han quedado las plantillas por elementos de cuero que realizábamos hace 3 décadas.
Gracias al uso de plantillas podemos mejorar la alineación de pies y rodillas, acomodar o modificar la bóveda plantar, corregir el contacto del pie en el suelo, optimizar el despegue del pie y mejorar el gesto deportivo
Ningún corredor tiene su pisada perfecta y cuando se trata de hacer muchos kilómetros y sobre todo cuando concurren alteraciones anatómicas y lesiones recurrentes, unas plantillas pueden mejorar el rendimiento deportivo y evitar lesiones. Nuestra recomendación es que la plantilla sea prescrita por un profesional cualificado y personalizada para cada pie y deporte.
Tras cerca de 30 años trabajando en el área de la podología deportiva, he visto pasar por mi consulta deportistas con plantillas para corredores de todo tipo y, desgraciadamente, he de afirmar, que la mayor parte de las mismas no eran específicas para la actividad deportiva.
Amortiguación y estabilidad son dos cualidades básicas que debe poseer un soporte plantar y es aquí donde reside el gran error de muchas plantilla realizadas para mejorar el aspecto estructural y funcional del deportista.
Por un lado vemos plantillas deportivas cuya única cualidad es conferir amortiguación, plantillas de sorbotane, silicona, EVA, plastozote, etc. Y por otro lado nos encontramos con plantillas que ofrecen excesiva corrección, en ocasiones realizadas con materiales tales como el polipropileno, ortolen, metacrilatos, etc que al no permitir cierto ballesteo del arco plantar, condición indispensable para armonizar la corrección del pie con cierta libertad de movimiento del mismo, pueden originar problemas de adaptación e incluso provocar algún tipo de lesión, sobre todo teniendo en cuenta que el usuario al que hacemos referencia es deportista, sometido a saltos, giros y casi siempre carrera.
El principio básico que nos lleva a realizar un soporte plantar, es evitar lesiones y mejorar el rendimiento deportivo, pero cuando son insuficientes por su escasa eficiencia o planteamiento erróneo de la estrategia terapéutica, bien no conseguirán el efecto deseado, o lo que sería, peor provocarán molestias e incluso lesiones, lo cual es verdaderamente un fracaso terapéutico.
El secreto por tanto seria encontrar un punto de encuentro entre el factor el factor correctivo y cierto grado de depresión del soporte, fundamental cuando hablamos de deportistas.
El primer paso de la elaboración comienza en la propia consulta mediante una exploración exhaustiva del deportista estática y dinámicamente y tras la elaboración de una anamnesis o historia clínica que nos conduzca hacia un diagnóstico lo más certero posible.
Una vez obtenido el molde de escayola realizaremos las modificaciones necesarias antes de su traslado al Laboratorio y anotaremos las especificaciones tales como nombre del paciente, tipo de pie y pisada, materiales y si debe incluir algún tipo de cuña, alza, talonera, etc.; así como la horma del pie y de la zapatilla que utiliza habitualmente.
Una vez en Laboratorio se acelera el proceso de secado del molde, se aplican los materiales necesarios para confeccionar el soporte y al tratarse de materiales termoconformables, deformables mediante calor por encima de 100º, se van adaptando al molde obtenido a través de una bomba de vacio, vacuun.
Una vez configurado el soporte plantar, procederemos a la adaptación y entrega del mismo al deportista en cuestión, de nuevo en consulta el deportista apoyará sus pies sobre los soporte en la plataforma de marcha digitalizada, para comprobar la corrección de su nueva pisada y comprobar de este modo el efecto terapéutico del mismo.
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