Ya hace casi diez años que el minimalismo se convirtió en una de las tendencias del running. A grandes rasgos, podríamos definir el minimalismo como el uso de un calzado con muy poca estructura, amortiguación y elementos y con el objetivo asociado de lograr una pisada con la parte del mediopié / antepié. Todo sucedió a raíz del best-seller publicado por el escritor Christopher McDougall y su experiencia con los indios rarámuri, una tribu de corredores mexicanos que se desplazan descalzos, o bien mediante sandalias huarache, a lo largo de kilómetros y kilómetros, y a los que no se atribuían lesiones por ello.
Desde entonces, se han escrito muchas líneas sobre el minimalismo como opción para corredores que son proclives a las lesiones. Pero, en realidad, es un asunto delicado y en el que todavía no se han realizado suficientes investigaciones y estudios como para tener tantas certezas.
Por mi experiencia como podólogo, puedo deciros que el calzado minimalista de alguna manera obliga al corredor a acortar la zancada, evitando el aterrizaje de talón y así huir del impacto, de tal modo que acaricia el suelo y redunda en una técnica de carrera más erguida y menos traumática para el aparato locomotor. Debido a este tipo de técnica, consecuencia de la poca estructura que ofrece la zapatilla, disminuye el efecto rotador interno, la pronación y se minimiza el riesgo de aparición de lesiones derivadas como la periostitis, la fascitis plantar, el síndorme de la cintilla iliotibial, la tendinitis de pata de ganso, el estrés compartimental interno de la rodilla, trocanteritis, síndrome piramidal y lumbalgias.
Sin embargo, es importante señalar que todo esto deja de ser cierto cuando el corredor que utiliza zapatillas minimalistas no modifica su técnica de carrera, en cuyo caso se dispara el índice lesional.
El minimalismo tiene como propósito devolvernos a un modo de correr más natural, más humano, de ahí que también reciba el nombre de ‘natural running’, para desencadenar un fortalecimiento general del aparato locomotor y, por tanto, una reducción de las posibles lesiones habituales de los deportistas.
Si bien, mi opinión es que el running digamos tradicional (amortiguado) y el minimalismo confrontan dos filosofías de vida. Por un lado, correr con la máxima protección para no tener problemas en forma de lesiones que obligan, como mínimo a parar (con la frustración que ello provoca), y por el otro, aprende a correr con lo mínimo indispensable, e incluso con los pies desnudos, para sentir la libertad y esa sensación natural de nuestros orígenes (y fortaleciendo así nuestro aparato para, en un futuro, evitar la aparición de lesiones).
Entre mis pacientes, aunque sin el debido estudio analítico y estadístico, he observado que son más los corredores que acuden lesionados por zapatilla incorrecta o insuficiente, o por haberse adentrado en el mundo minimalista sin el debido proceso de adaptación, refiriendo lesiones como metatarsalgias o sobrecargas de soleo, gemelo y tendinitis aquílea.
Otros corredores alternan largas series de entrenamiento con calzado estándar con una jornada a la semana con calzado minimalista, lo que me parece una manera práctica e inteligente de abordar la situación.
Por otra parte, tengo la convicción de que muchos corredores podrían utilizar calzado minimalista, pero siempre con una adaptación entre uno y dos años, y modificando la técnica de entrenamiento, lo que seguramente no será atractivo para muchas personas, más centrados en la zancada larga e impetuosa.
Como conclusión, creo que el minimalismo no está hecho para todos. Puede ser una buena opción para corredores que quieran encontrar otra forma de correr, pero quizá el secreto esté en la alternancia, respetando el estilo de vida de cada cuál.
© Copyright 2012 - 2020
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies
ACEPTAR