Las dos lesiones que motivan la visita del corredor a la consulta del podólogo con mayor frecuencia son la fascitis plantar y el síndrome de fricción de la cintilla iliotibial. Pues bien, hay un conjunto de lesiones muy frecuentes e igualmente latosas en corredores y que tienen como denominador común con las dos anteriores el exceso de pronación.
El 5% de los pacientes corredores acuden a la consulta por este síndrome del piramidal, también conocido como falsa ciática, y ello es debido a que sus síntomas se confunden en muchas ocasiones con procesos lumbares y ciáticas no menos dolorosas y que ha padecido en alguna ocasión el 90% de los mortales.Tienen en común el dolor punzante y eléctrico en la región de la nalga, pero, como veremos más adelante, un buen diagnóstico diferencial nos permitirá distinguir una patología de otra, y de algunas otras que iremos comentando.
El piramidal es un músculo corto y robusto de forma piriforme (pirámide) que se origina en el borde del sacro para insertarse en el trocánter mayor del fémur, y tiene la peculiaridad de estar situado profundamente, por debajo del glúteo. Generalmente, el músculo piramidal pasa por encima del nervio ciático, pero existe una variedad anatómica en que el nervio ciático lo atraviesa literalmente. El piramidal, por tanto, es un músculo cuya acción provoca rotación externa de la cadera y la estabilización de la articulación sacro ilíaca.
Como os he explicado en anteriores ocasiones, el pie, al pronar, puede provocar una serie de patologías en cadena motivadas precisamente por la alteración estructural de cada uno de los eslabones de la cadena cinética. Decíamos que el pie arrastra al tobillo, a la pierna y al muslo a rotación interna, pues bien, en esta ocasión este exceso de rotación interna del muslo va a obligar al músculo piramidal a realizar un exceso de trabajo para tratar de remediar ese exceso de viraje del fémur hacia el interior o línea media del cuerpo, y no olvidemos que, siempre que haya un exceso de actividad o trabajo, suelen aparecer las lesiones por sobrecarga o sobreutilización, y el piramidal no va a ser una excepción a esta regla, máxime cuando hablamos de un músculo algo rechoncho y que tiene la suerte o la desgracia de tener por vecino al ciático, nervio principal y más grueso del cuerpo humano, con el permiso o a excepción de la médula espinal, que es sin duda el mayor nervio del que disponemos los mamíferos. A nivel del piramidal, el nervio ciático tiene un tamaño similar al dedo pulgar.
Pero si bien la causa principal de su contractura es la ya mencionada hiperpronación, sería injusto obviar otras causas muy a tener en cuenta.
El síntoma principal del síndrome del piramidal es un dolor agudo, a modo de quemazón y eléctrico, justo en la zona media del glúteo (sirva de referencia el punto donde habitualmente se realizan las inyecciones intramusculares), y lo más frecuente es que la afectación sea en una sola pierna, aunque también puede darse bilateralmente. El dolor puede bajar por el muslo pero raramente pasará de la rodilla.
El diagnóstico diferencial se realiza respecto a:
La ciática suele producirse por la compresión de uno de los nervios intervertebrales por el efecto de una hernia discal, y dependiendo del sector vertebral en el que se produzca dicho pinzamiento dará una sintomatología u otra, de forma que podemos distinguir topográficamente el nivel vertebral afectado por el discurso del dolor, que puede llegar a afectar incluso al dedo gordo del pie. Este dolor suele ir acompañado de hormigueo y parestesia o adormecimiento. A diferencia de la ciática, el dolor piramidal raramente sobrepasa la articulación de la rodilla.
En el caso de la ciática o lumbociática es necesario realizar una resonancia o tomografía axial computarizada (TAC) para establecer con exactitud el nivel vertebral afectado y el grado de afectación y su abordaje terapéutico, conservador o quirúrgico. La electromiografía también es una herramienta muy utilizada.
La lumbalgia o lumbago es una patología de lo más común (probablemente el número de corredores que en alguna ocasión haya padecido alguna forma de lumbago se aproxime al 100%) y suele deberse, entre otros motivos, a un desequilibrio de la cintura pélvica por pérdida de tono abdominal, predominio de la musculatura lumbar, hiperlordosis lumbar, rectificación lumbar, exposición al frío, trabajo mal realizado, soportando amplias cargas de peso, osteoporosis, escoliosis lumbar, exceso de horas permaneciendo de pie o sentado, conducción prolongada, etcétera. El dolor tipo lumbago es difuso y suele abarcar toda la región lumbar, sin irradiación hacia la pierna, y cuando lo hace hablamos de lumbociática.
El dolor glúteo suele tener un origen similar al dolor piramidal, de forma que los estiramientos de uno le irán bien al otro. Nuestra musculatura glútea trabaja a modo de amortiguador, contribuyendo a la absorción del impacto en la carrera, que de otro modo repercutiría con mayor magnitud en nuestra columna vertebral, de ahí la importancia de mantener su musculatura suficientemente desarrollada y elástica.
La sacroileítis es la inflamación de una articulación un tanto virtual, una especie de cremallera que une el sacro, hueso final de la columna vertebral compuesto entre por entre cinco y siete vértebras sacras, y el hueso ilíaco o hueso de la cadera, y comento que se trata de una articulación virtual porque en los adultos normalmente se encuentra fusionada y, por tanto, con ausencia de movimiento, lo cual tiene su parte positiva, porque en este caso deja de ofrecer patología. Cuando la articulación sacroilíaca se inflama duele, y mucho. Se trata de un dolor agudo y eléctrico que en muchas ocasiones impide la deambulación e incluso girarse en la cama, provocando contractura a los músculos vecinos, que se acortan provocando a su vez más dolor. La principal causa de inflamación es de origen reumático —artritis y espondilitis—, en otras ocasiones se debe a la presencia de una disimetría —escoliosis o basculación pélvica— y, desgraciadamente, en muchas es de origen desconocido, de forma que en estos casos nos tendremos que centrar en tratar la sintomatología del dolor, pero sin poder actuar sobre el hipotético factor desencadenante del mismo.
Corredora de montaña desde hace 16 años
La prevención pasa principalmente por:
Medidas a tomar por el corredor:
En muchas ocasiones el síndrome piramidal va asociado a un acortamiento y aumento de tensión del músculo piramidal. Por tanto será fundamental establecer un buen plan de estiramientos por parte del propio corredor, y mejor con la ayuda del entrenador o terapeuta.
El tratamiento será médico, fisioterápico y ortopodológico, y aun- que su resolución es compleja, la suma de todos suele dar buenos resultados en la mayoría de los casos.
Nuestro trabajo irá siempre encaminado a neutralizar el exceso de pronación en las tres fases del apoyo plantar, y en ocasiones inclui remos elementos como taloneras viscoelásticas, con la finalidad de minimizar el impacto del talón contra el terreno en la fase inicial del contacto.
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