Nuestras plantillas deportivas están elaboradas a partir de molde de escayola e incluyen materiales termomoldeables como el EVA, el porón y las resinas.
Dime cómo pisas y te diré quién eres, refleja de manera veraz la importancia que tienen nuestros pies y nuestros apoyos plantares en la carrera y de alguna manera, podemos afirmar, que al igual que no existen dos seres iguales, tampoco hay dos sujetos que caminen o corran de la misma forma.
El milagro de la bipedestación es una cualidad absolutamente humana, ya que somos el único ser vivo que mantiene, de manera continuada, la posición erecta y aun más, constituimos el único homínido que ha logrado transformar sus manos en pies, por tanto a pesar del predominante papel que juegan nuestras manos en la mayor parte de las tareas cotidianas, es el pie el elemento anatómico que nos confiere la cualidad humana, gracias a él nos pusimos de pie, dejando libertad a las manos para ejercer con formidable especialización y destreza, finas y delicadas funciones que permitieron desarrollar la mente y dominar la tierra.
Nuestros antepasados y algunas tribus actuales, corrían por necesidad, bien para conseguir alimento, bien para huir de depredadores y el resto del tiempo descansaban para economizar sus recursos naturales. Hace 5 décadas comenzó la moda del running en EEUU, para extenderse en progresión geométrica por todo el planeta y surgió de este modo una nueva capacitación sanitaria, la medicina, fisioterapia y podología deportiva, para dar respuesta a este nuevo reto, ofrecer tratamiento adecuado a estos corredores populares, locos del asfalto, que acudían a nuestras consultas aquejados de alguna lesión, debido a esta nueva actividad física.
Al igual que nuestros pies, las zapatillas deportivas también contemplan tres regiones anatómicas perfectamente diferenciadas:
Al correr el pie se calienta, aumenta de volumen y transpira. Por ello la zapatilla tiene que tener cierta holgura, de al menos un nú- mero por encima del habitual de calzado cotidiano, entre otras cosas para evitar ampollas y la aparición de callos, durezas y hematomas bajo las uñas.
La proporcionan, principalmente, unas láminas planas, delgadas y rígidas, situadas por debajo de la suela a nivel del mediopié entre talón y antepié, y sirven para mantener la integridad de la zapatilla, estabilizar al mediopié y favorecer y dirigir la transición entre el apoyo del talón y el apoyo del antepié.
La disposición del hueso astrágalo con respecto al calcáneo nos in- dica perfectamente hacia dónde debe virar el pie —pronación— en el momento de apoyo completo. Por tanto es importante mantener y permitir dichos grados fisiológicos de pronación, entre 6 y 8 aproximadamente. El problema viene cuando esa pronación está aumentada —hiperpronación o sobrepronación—, y además en la actualidad hemos constatado, en diversos estudios realizados sobre corredores en el maratón popular de Madrid, que corredores con pisada neutra o fisiológica terminan pronando o hiperpronando cuando alcanzan la línea de meta, debido a la fatiga músculo-arti cular, de ahí la importancia que tiene el calzado destinado para este tipo de pruebas en cuanto a buen control de movimiento, sobre todo buen control de pronación, que a menudo solo actúa cuando el pie del corredor empieza a querer virar hacia dentro más de lo deseable.
La zapatilla con control de movimiento suele ser tosca, con poca flexibilidad, y su peso está en torno a los 350 gramos.
El control de pronación puede ser discreto, medio o alto, y de- penderá de la dureza de la entresuela. En general se distingue por ir coloreado el EVA en color gris, aunque últimamente está de moda la ausencia de coloración y se le denomina «poste interno» o «doble densidad», y es habitual que la intensidad de color sea directamente proporcional al grado de dureza.
Por otra parte estos postes internos pueden ir colocados en la parte posterior del talón o a nivel del mediopié, o abarcar la casi totalidad de la mediasuela. De 2 a 8 cm de longitud confiere control de pronación leve, mientras que cuando abarcan de 8 a 16 cm, hablamos de importante o máximo control de pronación. En ocasiones algunos fabricantes incorporan además diversos elementos, habitualmente contrafuertes de plástico o fibra de vidrio/carbono con la intención de potenciar el efecto antipronador.
Si nos atenemos al tipo de pisada para la elección del calzado deportivo:
Si tenemos en cuenta el uso de la zapatilla deportiva:
Otra variante importante será el peso del corredor y el kilometraje que este realice en cada día de entrenamiento: a más peso o kilómetros, mayor estabilidad requerirá la zapatilla.
Debido al uso la zapatilla sufre un desgaste, alteración y deformidad obvias. Es por ello por lo que una zapatilla tiene una vida útil que oscila entre 600 y 800 km. En sí misma, una zapatilla con bastante uso nos proporcionará mucha información si nos atenemos al desgaste de la suela, deformidad del material de corte, impresión de la huella del pie sobre la propia plantilla de la zapatilla, etcétera.
Como norma general, todo corredor desgasta su zapatilla por el borde externo del talón. Esto suele ser una característica común, pero a nivel de la pala o suela anterior, el corredor neutro realiza un desgaste medio, el pronador, por la zona interna, y el supinador, por la región externa.
La zapatilla de entrenamiento es la que ofrece mayor protección al corredor, ya que contiene más elementos estabilizadores y de amortiguación, aunque ello también se va a traducir en un mayor peso y menor rendimiento.
La zapatilla mixta es aquella destinada a lo que denominamos «entrenamiento de calidad» y «series». Son zapatillas más ligeras y protegen algo menos el aparato locomotor. Resultan idóneas para competir en corredores de hasta 75 kilos de peso, y para entrena- miento en corredores por debajo de 60 kilos.
Un maratoniano realiza unos 45.000 impactos con sus pies sobre el suelo, multiplicando varias veces el peso de su cuerpo en cada uno de dichos impactos, de ahí la importancia que tiene el concepto amortiguador de la zapatilla para prevenir lesiones por sobrecarga o sobreutilización.
Las zapatillas de competición o «voladoras» solo estarían indicadas para corredores muy especializados o de élite, ya que por su ligereza contienen pocos elementos descritos anteriormente.
Sirve como barrera física entre la entresuela y el suelo, proporciona tracción y agarre, ofrece estabilidad y ayuda en la labor de amortiguación de la mediasuela.
Existen 2 tipos de suelas:
En ocasiones, para ofrecer una mayor ligereza a la zapatilla, directamente se prescinde de la suela, en cuyo caso es la propia mediasuela la responsable de contactar con el suelo. De nuevo aparecen nombres propios según la marca: Reebok 3D Ultralyte, Nike Phylite, etcétera.
Protege el pie del roce con las costuras del piso, suelen ser reemplazables y estar constituidas por EVA de baja densidad y poliuretanos, y forradas de material absorbente del sudor. En ocasiones incluyen almohadillados de gel en talón y región metatarsal.
Son zapatillas híbridas, entre competición y entrenamiento, pesan entre 255 a 311 gramos y son ideales para corta distancia. Tienen buenas prestaciones en cuanto a amortiguación, estabilidad, flexibilidad y peso.
Son zapatillas extremadamente ligeras, entre 140 y 280 gramos, y obviamente ello conlleva una merma en cuanto a las cualidades de amortiguación y control del movimiento. Son zapatillas solo aptas para corredores de alto nivel, aquellos que realizan 10 kilómetro en torno a 35 minutos, media maratón en 1 h 15 min y maratón en 2 h 40 min.
Son zapatillas concebidas para el campo o montaña y contienen por ello una suela con mayor fuerza de agarre y rigidez, el material del corte es más resistente e impermeable, la puntera va protegida para el roce con las piedras e irregularidades del terreno y, por lo general, son modelos bastante estables.
Las marcas, conscientes del impacto económico y social que con lleva el mundo del running, sacan cada año miles de nuevos modelos al mercado con la intención de acaparar cuotas de mercado cada vez más amplias, y para ello no dejan pasar la oportunidad de inventar nuevos ingenios que aporten mayor grado de aceptación por parte del usuario final, que es el corredor.
Entre estos últimos avances tecnológicos podemos considerar la inclusión de un iPod específico para las zapatillas Nike y que va alojado en la propia entresuela; esta misma firma realiza el modelo Fly, que supuestamente equivale a ir descalzo y sirve para mejorar la rehabilitación del pie lesionado, tiene una vida útil de 40 km, y per- mite asimismo que el propio corredor personalice vía internet los colores de su zapatilla.
La compañía Asics demuestra mediante un vídeo que un huevo de gallina aterriza sin romperse tras impactar sobre una superficie del gel que utiliza para fabricar la mediasuela de sus zapatillas; otra mar- ca incorpora un ingenio electrónico que adapta el nivel de amortiguación según diferentes parámetros; otro fabricante asegura que su modelo elimina el dolor menstrual, por no hablar de artilugios que preconizan su utilización entre corredores con rodillas maltrechas.
La zapatilla del corredor podría ser considerada en sí misma como el primer tratamiento o tratamiento básico, y muchas veces de lo acertado de su elección dependerá la salud de muchos corredores, y no digamos cuando hay que introducir un soporte plantar o plantilla personalizada.
En ocasiones el corredor introduce nuestras plantillas personalizadas en zapatillas con control de pronación y esto puede provocar problemas de inadaptación, roces y ampollas, por no hablar de males mayores como tendinitis o sobrecargas musculares, por tanto es fundamental cuando tratemos a un corredor revisar bien el tipo de zapatilla que utilizará con nuestras plantillas.
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