El tríceps sural es un músculo vital para el día a día, y aunque no es tan conocido popularmente, es clave para nuestro desempeño diario. Podríamos decir que es un músculo “con tres cabezas”, para entendernos. De hecho, el músculo se llama tríceps porque se compone de tres vientres musculares: el gemelo interno, el gemelo externo, y en el centro, el más robusto, el sóleo, que seguro que a los corredores os suena mucho más.
¿Qué tienen estos tres músculos en común? Su inserción en el hueso calcáneo, el tendón de Aquiles, el tendón único para los tres vientres musculares. Si esta inserción en el Aquiles es lo que tienen en común; la diferencia llega en su inserción en la parte superior, de modo que los gemelos -interno y externo- traspasan la articulación de la rodilla para insertarse en los cóndilos femorales del fémur, mientras que el sóleo se queda en la tibia y el peroné, es decir, no traspasa la articulación de la rodilla.
Por tanto, debido a esta estructura, a la hora de estirar gemelo lo haremos con la pierna recta, pero para estirar el sóleo tendremos que hacerlo con la pierna flexionada.
Básicamente porque sin el tríceps sural no podríamos andar. El gemelo y el sóleo, junto con el tendón de Aquiles, es el responsable de la flexión plantar del pie, y por tanto, de que podamos dar zancadas (o saltar o correr). Así, la función del tríceps sural no es solo la de permitirnos impulsarnos para andar o correr, sino también para desacelerar o frenar. Por tanto, es un gran “muelle” que tiene dos virtudes: la de impulsar y la de amortiguar. Por eso el tríceps sural tiene tanta plasticidad, sino no podría hacer todas las funciones que le exigimos.
Hay varias lesiones asociadas al tríceps sural. Algunas de ellas son muy frecuentes y, en realidad, banales, como las habituales sobrecargas, contracturas o calambres, que no suelen prolongarse más allá de una semana. Pero hay otras lesiones con las que tenemos que tener una mayor vigilancia, porque ha podido producirse una micrrorotura fibrilar o, a nivel de tendón de Aquiles, una tendinitis… Y ojo con esto, porque si la tendinitis no la atajamos a tiempo, puede volverse crónica y producirse una tendinosis.
Normalmente los problemas se originan unos 5 centímetros por encima de la inserción del tendón de Aquiles y también en la zona donde el tendón “se transforma” en músculo.
Además de la tendinitis, podemos sufrir otras lesiones como el Síndrome de Haglund, que es un engrosamiento del talón; bursitis o molestias referidas a la propia fascia plantar. Por tanto, todo dolor que no desaparezca en una semana, debemos intentar atajarlo y acudir a un profesional para evitar cronificaciones.
Normalmente los velocistas, que realizan toda su carrera de antepié, al igual que los vallistas, saltadores de altura, longitud, jugadores de baloncesto… El motivo es que este tipo de disciplinas exigen muchos cambios de dirección brucos, arrancadas, movimientos muy rápidos que pueden afectar a esta estructura y dañarla.
Pero también entran en juego otros aspectos anatómicos del deportista. Así, los atletas que tengan pies valgos o varos, con mucho puente (pie cavo) son más propensos a sufrir este tipo de lesiones. Por tanto, las personas que practiquen estos deportes que hemos mencionado y además, tengan pies valgos o varos, necesitan una visita al podólogo para estudiar la posibilidad de usar soportes plantares, ya que necesitan una corrección de pisada y minimizar los problemas de pronación.
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