Pocas presentaciones necesita esta lesión que, prácticamente todo el mundo, seamos deportistas o sedentarios, hemos sufrido en varias ocasiones. Si bien todos sabemos qué es una ampolla, vamos a darle una definición más técnica. Una ampolla es una quemadura por fricción de dos capas de la piel, la dermis y la epidermis. Se presenta en forma de burbuja, la cual se llena de líquido, normalmente transparente, pero también pueden contener sangre. Esa fricción entre las dos capas de la piel es un “roce” de baja intensidad pero prolongado en el tiempo, y es el principal motivo de aparición de ampollas en los corredores.
Por mi experiencia estimo que entre un 15% y un 20% de los participantes de una maratón llegan a la línea de meta con ampollas, ya sean más graves o menos graves. Esta lesión puede llegar a ser tan molesta que incluso obligue al deportista a retirarse de la propia competición. Debemos saber que las ampollas se originan por dos factores:
La biomecánica. Es un factor estructural relacionado con la manera de pisar. Los corredores con más opciones de sufrirlas son los pronadores o los que poseen pies valgos, ya que estos pies tienden a meterse hacia dentro y por la fricción del propio pie con la zapatilla se favorece la formación de la ampolla.
Factor ambiental. El aumento de temperatura en verano aumenta enormemente el riesgo de sufrir ampollas, ya que la sudoración de la piel es mayor. Del mismo modo, la humedad es también un factor clave. Llevar un calcetín mojado de sudor durante mucho tiempo es comprar papeletas para sufrir una ampolla.
A la hora de curar las ampollas tenemos dos opciones. Una es esperar el tiempo suficiente para que se reabsorba y se recupere por sí misma. Nos puede llevar unos días y, lógicamente, no podremos seguir corriendo durante ese periodo. En este caso la piel hinchada actuará de capa protectora.
Otra opción es drenarla sacando el líquido con una aguja esterilizada. En este caso, la piel restante no debe retirarse, ya que actúa como barrera protectora contra posibles infecciones. Para hacer un correcto drenaje se debe punzar la ampolla por su periferia haciendo pequeñas escisiones y oprimiendo para extraer el líquido. A continuación, debemos colocar un apósito compresivo para evitar que la ampolla se reproduzca.
© Copyright 2012 - 2020
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies
ACEPTAR