La fascia plantar es realmente una aponeurosis, es decir, una estructura a medio camino entre músculo y ligamento, y su enorme importancia dentro del entramado músculo-esquelético del aparato locomotor radica en que es la encargada de sujetar en última instancia el peso de todo el cuerpo y la bóveda plantar con su arco interno (ALI) y externo (ALE). Por otra parte deberá tener un equilibrio mágico entre elasticidad y rigidez que le permita absorber el impacto de nuestros pies sobre el terreno e impulsarlo para abandonar el mismo (mecanismo de Winlass).
Se distinguen tres compartimentos, que tienen en común su origen en el cóndilo medial del calcáneo. El compartimento interno o medial se encuentra íntimamente ligado al abductor del Hallux, el compartimento lateral se inserta a nivel de 3ª, 4ª y 5ª articulaciones metatarso-falángicas, mientras que el compartimento central, el más fuerte, dispone de dos planos, uno superficial y otro profundo, y se va a insertar en las falanges proximales de los cinco dedos. Por ello la zona dolorosa no siempre es la misma, y aunque lo más común es el dolor en la zona interna del talón, también puede doler en todo su trayecto por la parte interna o externa de la planta del pie, e incluso a nivel metatarsal, confundiéndose en este caso con la metatarsalgia.
El 30% de los corredores que acuden a nuestro centro terapéutico lo hacen aquejados de una fascitis plantar, y de ellos el 10% la llevan padeciendo durante más de un año, teniendo que dejar de correr en muchas ocasiones.
De entrada debo decir que la fascitis plantar representa una patología compleja, tanto atendiendo a su diagnóstico, cajón de sastre de muchos dolores adscritos a la planta del pie, como a su tratamiento, múltiple y variado.
Es fundamental, por tanto, llegar a un diagnóstico lo más precoz y certero posible, así como la instauración del tratamiento correcto de manera inmediata, con el fin de evitar la tendencia a la cronicidad de esta patología, en cuyo caso hablamos de fasciosis plantar.
Desde luego hemos constatado a lo largo de estos años el gran número de corredores que acuden a nuestra consulta por esta patología. Estas son las causas más frecuentes que originan su aparición.
La fascia plantar forma, junto con el tríceps sural (gemelo y sóleo), una potente polea de primer grado denominada «sistema aquíleo calcáneo plantar». Por tanto, cualquier alteración de la fascia repercutirá de manera directa sobre sóleo y gemelo, y viceversa.
En cuanto al error anatómico, el principal sería la presencia de un pie que tenga aumentada su bóveda plantar (pie cavo), o lo que es lo mismo, fascia o gemelo acortados, junto con laxitud (pie aplanado y valgo), al tener una fascia de entrada ya acortada y que por la laxitud se va a ver obligada a continuos estiramientos, ya sea en su origen, en el hueso calcáneo, como a lo largo de su trayecto hasta llegar a los dedos. Otro error anatómico sería la presencia de una cadera más alta que otra, lo que conocemos con el nombre de «dismetría», aunque lo apropiado es lla- marla «disimetría», ya que no se trata de ausencia de medida sino de desigualdad en la medida de una cadera con respecto a la contralateral.
La sobrecarga es una de las causas principales de fascitis plantar en el corredor tanto de velocidad como de fondo, sin olvidar el tremendo esfuerzo que supone la realización de las series de entrenamiento, con la repetición de esfuerzos constantes que ponen a prueba la capacidad funcional y músculo-esquelética. La sobreutilización es una característica más propia del corredor de fondo, por la reiteración del mismo gesto del pie sobre el terreno y al abandonarlo miles de veces en cada serie de entrenamiento o competición. El cuerpo humano está diseñado para el movimiento, pero se lleva mal con la repetición continua y constante de un mismo gesto; por ello recomendamos a nuestros corre- dores huir de la rutina. Al correr, nuestros pies soportan cargas entre tres y cinco veces el peso de nuestro cuerpo, y ello va a dar como resultado muchas toneladas de peso durante una hora de entrena- miento, ya no hablemos de maratón o ultramaratón.
Ahora entenderemos perfectamente por qué el sobrepeso tiene tanta incidencia en esta lesión. Al final, la fascia es la misma pesemos lo que pesemos, y si estamos pasados de peso seremos propensos a sufrir esta y otras lesiones, a pesar de tener unos pies bien estructu- rados, que empezarán a no estarlo precisamente por el hundimiento de su bóveda plantar, fruto del impacto.
El calzado es otra de las razones de peso que conducen a la fascitis plantar, salvo en los corredores que corren descalzos, que todavía son muy pocos, ya que el pie impacta contra el terreno a través de la media- suela de la zapatilla. Es comprensible la trascendencia que tienen las características del calzado en ese equilibrio entre amortiguación y estabilidad, sin olvidar las propiedades del tejido de corte y demás elementos de la zapatilla, que sin duda contribuyen a minimizar el tremendo estrés que supone para el aparato locomotor el correr de manera continua y constante. Aunque es un tema controvertido, soy partidario de alternar varios modelos de zapatilla, que deben estar en consonancia con nuestro tipo de pie, peso, superficie y tipo de entrenamiento, etcétera.
La superficie de entrenamiento y competición es otro aspecto importante. Desde luego parece consensuado que la superficie ideal es una utopía, y el corredor se ve obligado a elegirla casi siempre no por su apetencia sino obligado por sus circunstancias personales, en- tendiendo por ello el lugar de residencia, horarios de trabajo, la familia, etc. Podemos afirmar que las superficies duras como el asfalto y las aceras, así como las excesivamente blandas como la arena de la playa, pueden lesionar incluso pies sanos; por tanto lo ideal sería evitar en lo posible el correr por estas superficies, si bien hay que tener en cuenta que si pensamos competir sobre alguna de ellas, al menos un 60% del tiempo deberemos realizar entrenamientos por estas mismas superficies para adquirir la suficiente aclimatación.
Realmente nos va bien la alternancia y la variedad a la hora de correr. Por ello para ciertas lesiones, como la fascitis, es más saluda- ble correr por montaña que hacerlo por arena o asfalto. Sin embargo, esta alternancia o cambio de superficie debe realizarse con la sufi- ciente modulación: no podemos pasar de correr 5 días por asfalto a correr 5 días por la playa. Por mucho que esto nos motive, tenemos que aplicar el sentido común, y realizar una adaptación paulatina, sin dejarnos llevar por las endorfinas que nos transmiten el sol, el mar, la arena y otras razones que todos llevamos en la cabeza.
Como en tantas ocasiones, en esta advertiremos con mayor ahínco de la necesidad de estirar tanto la fascia plantar como sóleo y gemelos, ya que se van a ver sometidos a un tremendo esfuerzo en el momento del apoyo completo y despegue del pie. Son muchos los ejercicios de estiramiento recomendados, pero quizás el más efectivo sea colocar el antepié sobre un bordillo, dejando caer nuestro peso sobre los talones, o bien adoptando la posición de geisha.
Es importante determinar geográficamente cuál de las tres ramas de la fascia plantar es la implicada, así como el diagnóstico diferencial con la tendinitis del tibial posterior, el abductor del primer dedo, el flexor propio del hallux, la sesamoiditis, el atrapamiento de Baxter, etcétera.
El dolor de la fascitis plantar suele ser bastante incapacitante, con mayor manifestación matutina, justo al realizar el primer apoyo plantar, y suele ir en aumento a lo largo del día, con la bipedestación y la actividad deportiva.
La presencia de espolón calcáneo es anecdótica, ya que el espolón es la consecuencia de diversos momentos de desgarro tendinoso de la aponeurosis plantar sobre el hueso calcáneo, pero no es la conse- cuencia del dolor, y a menudo su presencia pasaría desapercibida si no fuese por la prescripción radiológica en busca de este hallazgo.
En el ámbito deportivo, el primer grupo de riesgo lo forman los corredores de fondo, seguido de jugadores de baloncesto, tenis, tre- kking, bailarinas, etcétera.
Al impactar el pie sobre el terreno, se produce un aplanamiento de la bóveda plantar, favorecido por situaciones de laxitud. El calcá- neo se comporta en ese momento como una verdadera polea en medio de dos brazos de palanca que describen la fascia plantar y el tendón de Aquiles. Por ello a menudo la fascitis plantar va acompañada de tendinitis aquílea.
Ante una fascitis plantar recidivante y persistente en situación de reposo, es importante realizar pruebas reumáticas que descarten enfermedades tipo espondilitis, que pueden cursar con fascitis plantar.
Con el paciente tumbado, realizamos tensión forzada de la fascia plantar mediante la flexión dorsal de los dedos del pie, notaremos tensión y dolor, sobre todo a nivel posterior e interno del calcáneo, o bien en algún punto de su trayecto. En ocasiones notaremos gran dureza o contractura en forma de tensión en cuerda de guitarra, y otras veces el dolor aparecerá justo por detrás de los dedos, aunque esta forma es menos frecuente. Es habitual encontrar un gemelo acortado, sobrecargado o contracturado, de ahí la importancia de estirar, masajear y enfriar la fascia plantar y el tríceps sural.
El tratamiento de la fascitis plantar es como en tantas ocasiones multidisciplinar, médico, fisioterápico y ortopodológico.
Medidas a tomar por el propio corredor:
Una vez consensuado el diagnóstico, el corredor podrá realizar tres acciones que serán de gran ayuda en el primer estadio de la patología y que en ocasiones será suficiente para evitar la agudización de la misma.
La fisioterapia ofrece todo un arsenal de posibilidades terapéuticas. Personalmente soy partidario de empezar con medidas conservadoras: masaje, ultrasonidos, láser, vendajes funcionales y neuromusculares, estiramientos y ejercicios de potenciación… y en caso de no ser eficaces pasar a una segunda batería terapéutica a cargo de la electrolisis percutánea intratisular (EPI), siempre bajo control ecográfico o las ondas de choque, ambos tratamiento son resolutivos en el 80% de los casos.
En paralelo tomaremos las medidas para realizar un soporte plantar que corrija las alteraciones biomecánicas del pie. El soporte plantar deberá acompañar la bóveda plantar, amortiguar el impacto de talón mediante la colocación de una talonera viscoelástica, realinear el eje del talón con la pierna y mejorar el despegue.
La plantilla tendrá la suficiente consistencia para evitar el derrumbamiento de la bóveda plantar y permitir cierto ballesteo o acomodación. Para ello tendremos que dar con la clave entre amortiguación y dureza, que nosotros hemos encontrado con los soportes laminados tipo sándwich conformados por varias capas de material tipo EVA de diferente densidad y unos estabilizadores especialmente diseñados para cada tipo de pie.
La tercera y última alternativa sería la opción quirúrgica. Personalmente me inclino por las técnicas ultramínimamente invasivas (ultra MIS) de la fascitis plantar, por no requerir hospitalización ni gran abordaje quirúrgico, lo cual representa una gran ventaja sobre la cirugía tradicional, al acortar el periodo de recuperación y provocar menor daño en tejidos. Se realiza con la ayuda de pequeños instrumentos de corte y con control ecográfico.
Afortunadamente cada vez son menos los corredores que tienen que someterse a cirugía, ya que la calidad asistencial mediante sopor- tes plantares cada vez más eficaces y los últimos avances en electroterapia han supuesto un avance importante en la calidad asistencial.
No nos cansaremos en repetir que el mejor tratamiento es la prevención, y en el caso del corredor de fondo la prevención pasa por los estiramientos y la personalización y optimización de la pisa- da mediante la elección de la zapatilla más adecuada y la adaptación de un soporte plantar que optimice los apoyos, mejore el rendimiento y evite lesiones derivadas del impacto reiterado en la carrera.
La zapatilla deportiva ideal para la fascitis plantar es la de tipo running. Debe contar con una buena amortiguación. El principal elemento amortiguador común a casi todas las zapatillas deportivas es el etileno vinil acetato (EVA), si bien cada fabricante se encarga de incluir un elemento extra que aporte personalidad a la marca —neopreno, gel, aire, etc.—, colocados bajo el talón o a lo largo de toda la entresuela. Otro aspecto fundamental es la estabilidad, tanto a nivel de talón como del mediopié, que se consigue mediante la inclusión de elementos normalmente de material plástico, incrustados en la suela y tejido de la zapatilla, y por último estaría el control interno para contrarrestar el exceso de pro- nación: EVA de doble densidad, poste interno, etcétera.
La fascitis plantar es una lesión dolorosa e incapacitante que requiere de tratamientos médicos, fisioterápicos y ortopodológicos severos, instaurados de manera precoz, mantenidos y encaminados a restaurar la normalidad estructural y evitar la cronicidad del proceso.
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