Si tuviésemos que hacer un ranking de las lesiones más comunes a nivel global entre los corredores populares, sin duda alguna la fascitis plantar estaría en las primeras posiciones. Hablamos de la lesión deportiva más frecuente en la planta del pie, no solo ya entre maratonianos o practicantes de modalidades de impacto, sino entre todo tipo de personas cuyas estructuras músculo-esqueléticas o hábitos de vida le hacen vulnerable a esta patología.

Cuando hablamos de fascitis plantar nos referimos a la inflamación de la fascia plantar, una estructura ubicada en la parte inferior del pie cuya función es mantener la tensión adecuada en la bóveda de este. La fascia plantar es en realidad una aponeurosis, una estructura que necesita la fortaleza de un ligamento y la elasticidad de un músculo sin ser realmente ni lo uno ni lo otro. Y el motivo es sencillo de entender: a cada paso o zancada que damos, esta fascia soporta el peso de nuestro cuerpo y además nos «devuelve la energía» necesaria para dar realizar el siguiente apoyo.

Por eso cuando hablamos de fascitis plantar nos referimos a la inflamación de esta estructura en cualquier parte de su recorrido, bien en la zona próxima al hueso calcáneo, cerca del talón, en su extensión a lo largo de todo el arco del pie, e incluso en la propia inserción en las cabezas metatarsales.

Causas de la fascitis plantar

Entre las causas más comunes del origen de la fascitis plantar está el pie cavo. De hecho, podemos asegurar que es la causa estructural más frecuente en esta lesión. Y es que a mayor arco plantar, menor recorrido tiene la fascia plantar; por tanto, al ser más corta, las posibilidades de lesión aumentan. Los corredores que sufren de pie cavo y comienzan a notar ciertas molestias en los gemelos y soleos o los tendones de Aquiles, es probable que lo próximo sea una inflamación de la fascia plantar.

La sobreutilización de nuestro pie es otra de las causas de su aparición. Un atleta de fondo que realiza cerca de 40.000 apoyos a lo largo de un maratón puede perfectamente causar daños a su fascia plantar sin necesidad de tener el pie cavo. En este aspecto también entra en juego el tipo de calzado deportivo que utilice el corredor; por eso es imprescindible que la zapatilla tenga el equilibrio adecuado entre amortiguación y estabilidad.

Por último, las personas con sobrepeso también son vulnerables a sufrir fascitis plantar, ya que como decíamos anteriormente, esta estructura soporta en cada apoyo el peso de nuestro cuerpo. Si la exigencia que requerimos a nuestra fascia plantar es superior a la que ésta puede ofrecernos, terminaremos lesionándonos.

Síntomas de la fascitis plantar

El dolor en la zona del talón es el síntoma más evidente de la fascitis plantar, sobre todo durante los primeros pasos de cada día, al levantarnos de la cama. Aunque este dolor no tiene por qué estar obligatoriamente localizado ahí, sino en cualquier punto del recorrido de la fascia plantar e incluso -como decíamos antes- en la inserción con las cabezas metatarsales. El dolor puede ser de mayor o menor intensidad, pero en los casos más graves puede dificultar incluso caminar con normalidad.

Tratamiento de la fascitis plantar

En la actualidad la tecnología ha posibilitado que la curación de la fascitis plantar sea en la mayoría de casos sencilla y eficaz. Entre los tratamientos más comunes se encuentran el ultrasonido, la magnetoterapia, el láser, las ondas de choque o la EPI (Electrolisis Percutánea Intratisular). Y por supuesto, los soportes plantares personalizados: las famosas plantillas. Éstas deben ser siempre diseñadas y diagnosticadas por un profesional, y su funcionalidad para estos casos es amortiguar el talón y elevarlo medio centímetro.